30 de abril de 2013

2

Y fue entonces, cuando volví de mi misma, 
que conocí todas esas máscaras desesperadas 
buscando un rostro sin nombre. 
Desde aquel momento 
la soledad nunca me había significado tanto.
No miré hacia atrás. 
Las luces de la calle aún lloraban su insomnio
y el silencio se burlaba de algún anónimo.
De pronto ese sonido blanco.
Todas las preguntas me esperaban ansiosas,
pero yo no era mas que otra invisible incógnita.



nuiT

1 comentario:

Ángel Iván dijo...

La soledad como compañera no deseada, hace mucho valor para no mirar atrás y tirar hacia delante.
Besotes.